domingo, 6 de marzo de 2011

Sus sueños son como de papel. Pueden tomar cualquier forma. Se pueden desarmar y volver a moldear, pero cada doblez deja una huella. Es así como sus sueños la acechan día y noche. Cuando está despierta sueña de todas formas, pues recuerda lo que ha soñado antes y lo transforma. Sus sueños son como de vidrio. Se quiebran cuando despierta, pero quedan los pedazos, todos desparramados, desordenados, imposibles de unir. No sabe cuál es la realidad verdadera. Quizás el despertar es el inicio del sueño. Quizás la almohada lo sabe todo. Quizás hay que preguntarle a las sábanas. Pero ella siente, su corazón late y se acelera. Él existe, el amor existe. La risa existe, y el llanto también. Las lágrimas se sienten. Las caricias están. Algún día sabrá cuál es el enigma de su mente. Algún día descubrirá sus vidas pasadas. Y será mucho más fácil superarlo cuando al despertar encuentre al hombre de su vida a su lado. Ese que es real, ese que ella sabe que existe. Será la prueba fidedigna; será la razón que tendrá para darse cuenta de que los sueños sólo son sueños. Que la vida es sólo vida. Que la muerte es una sola. Que la mente engaña, habla, resopla...

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